Para algunas personas la vivencia de una enfermedad grave que va progresando les ha cambiado en positivo, en el sentido de que han aprendido a ser más detallistas, a vivir el día a día y a valorar más las pequeñas cosas de la vida. Así lo explica Jose María
“P: Yo que sé, lo que te he contado de mi hijo.
E: Sí.
P: ¿No? De venirse a sentar a mi habitación, ¿no?, que antes a lo mejor, claro, llegas cansado del trabajo, “Ay, déjame hacer…”, o tal o, ¿no? Y en cambio ahora pues, no sé, me doy más cuenta de estos detalles que no… que antes no apreciabas y incluso tienen más valor que… que todo el dinero que puedas ganar. Sabes qué te digo.”