El ejercicio físico es uno de los pilares del tratamiento de la hipertensión arterial y la mayoría de los participantes conoce sus beneficios que, junto a la dieta y no dejar de tomar los medicamentos, son las principales recomendaciones que reciben de los profesionales sanitarios y a la vez las que harían a otras personas con hipertensión arterial, sin embargo muchos reconocen que ellos mismos no lo cumplen. En algunos casos, además, el ejercicio físico junto con la dieta se relaciona con bajar de peso.
Ana lo vive así
Los motivos por los que no realizan ejercicio físico son variados: porque no les gusta, les aburre, les falta motivación, les da pereza, las condiciones meteorológicas (mal tiempo), la inseguridad/delincuencia de la zona, su estilo de vida, la falta de tiempo entre otras tareas por las responsabilidades familiares, la dificultad para adaptarlo a su vida cotidiana en definitiva, o el padecimiento de otros problemas de salud que les limita la movilidad.
Sena ahora hace menos ejercicio por su artrosis y también debido a la preocupación por si le atracan.
Algunas personas se proponen encontrar hueco en su agenda para ejercitarse ya que consideran que es su responsabilidad cuidarse. Incluso algunos lo utilizan como relajación.
Para C es muy difícil encontrar tiempo para hacer deporte porque es cuidadora de un familiar que está enfermo.
Joan espera que cuando se jubile pueda cuidarse más.
A veces es más fácil si se tiene compañía para, por ejemplo, salir a caminar. Así lo cuenta Ana, que cuando dejó de tenerla cambió al gimnasio para hacer ejercicio de nuevo en compañía con un grupo y aún hoy sale a caminar si va con su pareja o con el resto de la familia.
Para algunos el ejercicio físico no aporta un beneficio que se note al momento como lo hace la medicación y ese es uno de los motivos por los que dejan de practicarlo. En otros casos sí que notan la mejoría y eso les anima a seguir.
Juani es de las personas con hipertensión que sí nota los beneficios y así nos lo cuenta.
Uno de los participantes nos detalla cómo ha cambiado el tipo de ejercicio que hacía, más anaérobico (levantamiento de pesas), por otros aeróbicos (correr, nadar) ya que le recomendaron que los segundos son mejores para su tensión arterial. Es el caso de Damián.
Por otro lado algunas de las personas entrevistadas realizaban ejercicio físico antes del diagnóstico y han tenido que modificar o adaptar el tipo de actividad deportiva por tener otros problemas de salud, a veces incluso por miedo a que le pudiera perjudicar. Un ejemplo es el de Raúl
Como el resto de cambios de hábitos los pacientes también se ayudan de estrategias de adaptación para cumplir el ejercicio físico recomendado.
Muchos afirman que es importante ser constante e intentar integrar la actividad física a la rutina del día a día, ya sea sustituyendo otros tipos de transporte por caminar hasta el trabajo, si está cerca (en el caso de que no lo esté cerca se plantean usar el servicio público de trasporte en vez del privado con el fin de moverse más), o reservar alguna hora del día exclusivamente para practicar algún tipo de deporte. Tanto para Ana, como para otras personas es cuestión de acostumbrarse aunque no sea fácil, sobre todo si no se da el tiempo suficiente para ver la mejoría