VICTORIA
Edad en el momento de la entrevista: 37 años
Género: femenino
Fecha de primer contagio: marzo 2020
Fecha de la entrevista: marzo 2022
Inicio
El mismo 14 de marzo de 2020, día en el que se decretó el Estado de Alarma en España para contener la pandemia de COVID-19, a Victoria, médica de profesión, el Departamento de Prevención de Riesgos Laborales de su trabajo le indica que debe aislarse por haber estado en contacto con una persona positiva en este virus.
Lo hace, pero le resulta muy difícil cuando no está su marido, también trabajador en el ámbito sanitario, que aún debe ir a trabajar por lo que se queda con su hija de dos años que se asusta cuando la ve con mascarilla. No le queda otra que quitársela. Al quinto día de contacto con el positivo empieza a tener tos seca, que le provoca algún vómito, y fiebre. Atendiendo a la niña de madrugada llegó a perder la consciencia justo después de avisar a una persona de su confianza. Llega la ambulancia y la lleva al hospital donde queda en observación, aislada, en medio de la saturación de Urgencias. Sufre una reacción alérgica a los antibióticos, síncopes, pérdida del olfato y el gusto, y el miedo de haber contagiado a su hija, marido y el personal. La prueba confirma que tiene la COVID-19.
Vivencias
Los días que estuvo en Urgencias y en la planta COVID, tanto su propia situación como escuchar gritos, pasos del personal sanitario y camillas a toda prisa con pacientes camino de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), incrementaron su sensación de incertidumbre y cercanía a la muerte.
Destaca también el miedo que detectaba a través de lo único que dejaban ver los equipos de protección individual (EPI): los ojos. Las restricciones de entrada y distancia eran máximas, sin embargo, algún compañero/a pudo acercarse para saludar, animar, conversar, … No todos los días tenía fuerzas para ello, ni siquiera tampoco por teléfono. La sensación de falta de aire le seguía acompañando.
Tras el alta vuelve al aislamiento en su domicilio con cuidado de no contaminar nada. Dormía muchísimo y se movía lo menos posible. Se comunicaba a través de videollamadas. Pasado un mes, el resultado negativo de su PCR le permitió abrazar a su hija. Sin embargo, hasta el momento de su inclusión en el proyecto, Victoria no ha vuelto a estar como antes. Ha hecho rehabilitación, pero su energía ha disminuido y le cuesta concentrar su atención. Piensa que tiene COVID Persistente.
Ahora se ve más paciente que médica, lo que al mismo tiempo le ha hecho aprender otra dimensión de su profesión que nadie le enseñó y antes no veía: la subjetividad de la persona que padece una enfermedad.
Recomendaciones
Ella recomienda que hay que aceptar los propios límites que una situación como la suya impone, y visibilizar y abordar el “post-COVID o COVID Persistente”.
