El tratamiento de diálisis y las limitaciones en la visión de Candelaria suponen una disminución de la actividad social de Candelaria.
Es esto, mi vida es esta como tú me ves, aquí en casa, no salgo, de la máquina al hospital, del hospital a la máquina, me sacan mis hijos a lo mejor los domingos, me llevan por ahí. Otras veces yo mismo me reniego conmigo porque digo, pero para qué voy a salir a ningún lado, no aprecio nada de lo que veo. No veo las cosas, “pero mamá por lo menos te distraes, coges aire vale”, pero voy en el coche como, y no veo nada, tengo que llevar gafas oscuras para salir a la calle, porque la claridad me deja completamente sin ver nada.
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Pero yo en este sentido no tengo la moral perdida, o sea mi mayor pena es no ver, porque ya que me tocó esto, digo yo para qué me tocó lo de la vista, por lo menos me pueda recrear en muchas cosas que no las puedo…, no salgo, no puedo ir a ningún lado si no voy con alguien, este niño, mi hijo ha sido una condena yo para él, porque es el más que está pendiente de mi para todo, ya me defiendo un poquito mejor en la casa, pero si salgo para la calle, no te digo que me arriesgo, pero me recoge la ambulancia, me lleva y me trae, y yo subo, yo cojo mi ascensor, subo, me meto en casa y esa es mi vida.