Para Elías su trasplante de riñón limitaba algunas actividades recreativas que le gustaba hacer como la cacería. Pero las amputaciones en los dedos de los pies que había sufrido no le impedían seguir conduciendo su coche y valerse por sí mismo.
No, no no no porque yo fui en la ambulancia, fui un par de veces cuando me cortaron los dedos, entiende, estuve dos o tres días, pero yo desde que he llegado aquí a la casa podía manejar y podía frenar, yo llevaba el coche al Puerto con una pata sola, con la izquierda. Yo como le pusiera el cambio, entiende, ese coche se manejaba con la izquierda. Yo iba, tenía que, ya muy, hombre saqué el carnet en el 60 y yo desde que iba a la puerta y veía las luces del otro coche pisaba el embrague y le quitaba el cambio, y ya pisaba con el mismo pie el freno. Así extraía el coche desde el Puerto de la Cruz a aquí y al Puerto de la Cruz. Imagínate tú. Porque yo no quería esperar a la ambulancia porque eso me dejaba aquí muerto, y después llegaba aquí y no comía lo que hacía era botarte al sillón, más te enfermabas.