Antonio pudo mantener durante un tiempo su actividad laboral ya que consiguió fórmulas para adaptarse a la nueva situación.
“Bueno pues el día veintidós de julio me operó, me dijo que bueno, que no podría ni hablar y que todo a base de escribir, entonces las chicas del despacho iban y yo por notas les decía lo que tenían que hacer, hasta el día treinta y uno de julio, el día treinta y uno de julio, me quitó las cánulas que yo tenía y me dice: “¿mira a ver si puedes decir algo?” y bendito sea Dios yo pude decir: “hola” con esta voz chismosa que tengo, pero que afortunadamente yo mismo me oí que podía hablar y él me dice: “mira eso es la voz que te he dejado, no vas a poder conseguir más, pero es lo suficiente para defenderte.” Pues claro, por mi profesión yo no podía hacer nada, porque no podía informar, ni un juzgado, nada, pero a base de una señorita prima mía, pues me sustituyó y pudo hacer todo”