En este sentido el punto de inflexión para Marta y Daniel llegó cuando su hijo no pudo más y visibilizó su incomodidad en el centro educativo, a partir de ese momento el centro activó sus recursos para estas situaciones.
"Bien, con esas pruebas por otro lado también tenemos la presión del colegio, ya no sólo es la presión de padres, la presión social de toda la familia o vecinos o compañeros, sino también tenemos y de una forma muy fuerte, lo que es la presión del colegio. En el colegio siempre ha sido un niño, bueno, yo lo definiría cómo marcado con una etiqueta, de niño desastre, de niño que mejor quitárnoslo de encima, porque molesta, incomoda y sinceramente hasta hace dos años nunca se sentaron a hablar con uno, nunca se preocuparon de qué es lo que podía pasar o de lo que no podía pasar. Él se ha visto muchísimas veces expulsado de clase, muchísimas veces expulsado del colegio, muchísimas veces expulsado del entorno social de una forma o de otra, hasta que llegamos al punto de hecatombe cuando él ya no aguanta tanta presión, ya él no aguanta más y explota. Explota en el colegio, explota con un profesor, no lo agrede, no estoy hablando de agresión pero sí estoy hablando de bueno en un momento de arrebato, de impulso desmedido, golpea una pared delante de un profesor y ahí es cuando bueno, cuando de alguna manera se nos empieza a escuchar o se nos empieza a hacer más caso del que se nos estaba haciendo. A partir de ahí es cuando se pone en funcionamiento la maquinaria de todos los médicos con un parte del colegio, es cuando vamos a su pediatra, su pediatra con ese parte es cuando lo deriva a, primero al área de Salud Mental pero en el hospital, en el hospital lo tratan lo evalúan y en el mismo momento en que le hacen una serie de cuestiones automáticamente se deriva al (nombre de centro de salud)."