En el caso de Marta y Daniel sienten que no se les escucha y son temas que tienen consecuencias muy importantes.
M: Porque tú crees que cuando un médico te habla un médico te está hablando dándote la mejor opción. Tú confías, ellos tienen un poder o una potestad, se supone, que siempre te van a dar la mejor opción, o lo van a intentar, con lo cual hay mucha gente que cree firmemente en lo que te dicen. Pero es … bueno es denigrante, es humillante y es muy … la sensación de impotencia es tan grande, tan tan tan grande que te genera un … te mueve tanto dentro. Te dan ganas de gritar, te dan ganas de patalear, te dan ganas de enfadarte con el mundo entero. Y al final es verdad que el mundo no tiene la culpa pero ¡contra! o sea ¿cómo te vas a sentar delante de mí a darme esta solución? ¿Qué solución me das? Lo que me estás demostrando es que eres tan incompetente, tan incompetente, que ni siquiera tienes la capacidad de decir "no sé qué hacer", porque cuando me dices “no sé qué hacer” me estás demostrando de que ahora sí puedo confiar en tí porque ahora me estás diciendo que te pasa lo mismo que me pasa a mí en tantas y tantas ocasiones. Que me estás poniendo un muro de yo soy y tú no eres nada. No, igual yo que no tengo tantas titulaciones, igual sé algo más de lo que sabes tú, porque ni por el pensamiento se nos pasaría ir y denunciar a mi niño porque no va a clases. ¿Perdona? No ha robado, no ha matado, que es que no va a clase ¡no hay más! Muchos egos, muchos egos crecidos, mucho “yo soy”, “yo sé y tú no”. No es “vamos a compartir información, cuéntame ¿qué es lo que está pasando, qué es lo que ves, cómo se levantó hoy, y hoy qué hizo, y hoy qué no hizo? dime, háblame”. No, no, es “no me hables porque tengo la solución mágica, no me cuentes nada”. Y es muy difícil llegar no sólo a un entendimiento sino también a un buen fin de esa manera.
E: Es lo que comentaba antes de que no existía “conversación”.
M: No hay conversación, ninguna.
E: Ni con ustedes ni con él mismo.
D: Ninguna.