Igualmente M.C.G opina que mientras se pueda valer por sí mismo merece la pena vivir y que eso es independiente de la edad que se tenga.
“Porque el otro día ha muerto aquí una señora que tenía noventa y tres años, sí, si tiene noventa y tres años y te puedes mover que por lo menos puedas irte al baño, que pueda no sé, que, moverte y hacerte tus cositas, muy bien, pero si a lo mejor lleva ya diez años que está metida en la cama y se lo tienen que hacer todo, que…de qué vale eso, eso tampoco, qué valor tiene eso, yo para mí no tiene ninguno. Una persona está que se lo tienen que hacer todo, que la tienen que lavar, que la tienen que hacer, que siempre metida en la cama, que ahora esto, lo otro, que, que, sin salir a la calle, sin salir a ningún sitio, qué valor de vida tiene eso, que diez, ni ocho, ni diez, ni once, ni lo que sea más, eso para mí no tiene ningún valor. Ahora mientras te puedas mover, que puedas ir, coño es que puedo bajar a la calle a sentarme aunque sea ahí en un banco o no sé, hasta, como hoy me he ido andando hasta el huerto, me he estado un rato por el huerto, me he bajado, bien échale años ahí, tantos como quieras, yo lo que me fastidia es cuando ya no puedes hacer nada y te lo tienen que hacer todo, eso sí que me sabría mal, que tengas que depender de todo de los demás, porque tú ya no vales para nada, eres un fiambre. Un fiambre para qué quieres…qué quieres ser un fiambre, metido en la cama y molestando y no dejando vivir, ni vivir, ni dejas vivir ni vives, eso sí que me apenaría mucho. Que a lo mejor estas personas tampoco se apenan porque a lo mejor tampoco no tienen suficiente conocimiento para entender cómo están, aquí mira van pasando los días y y allí está un vegetal, te lo tienen que dar todo, pues eso sí que… Ahí sí que no quisiera llegar, no ahora, porque tenga setenta y cuatros años, ni que tuviera veinticinco, me es igual. Me es igual”