Esther incide en la responsabilidad que implica decidir qué hacer con los embriones y la información que recibieron al respecto. Cree que es necesario aclarar muchos términos biológicos para decidir en función de religión o cualquier criterio que se disponga.
Si finalizo el tratamiento lo finalizo con todo, no quiero que se quede ningún embrión y si en caso de que se queda que sea para donación o algo y que se use, o sea que otra mamá lo pueda utilizar, o sea pero no, no quiero que eso se quede ahí olvidado. Incluso la bióloga a veces nos decía “es que hay gente que se queda aquí, que se quedan aquí y qué váis a hacer”. Interrumpen el tratamiento o lo que sea, no sé, no me parece serio, es decir “al fin y al cabo hay una vida que está ahí”, que si se ha congelado es para volverla, para seguir con el ciclo y que te lo vuelvan a …, que te hagan la transferencia y ver si va para adelante o no y si no pues no sé. El tema de, yo por ejemplo de destruirlos no lo veíamos, incluso decíamos, decía “¿y serías capaz de donarlo y que otra ...?” / “pues mira, pues sí, lo mismo que recibes un corazón o recibes …”, no sé, o sea el tema de, al fin y al cabo tampoco es ... No sé, tengo una compañera que ha tenido un hijo de una donación y que yo digo pues cuando la ves, tú dices “vale, no se parece con ella pero ha estado nueve meses dentro de su tripita creciendo y ellos ahora están súper felices” porque el tema de ... A veces pienso “no quiero profundizar mucho más” y luego, es que es complicado. Es complicado cuando te pones ahí tú dices “hasta dónde llegamos” o sea cuáles son las justificaciones que tenemos y cómo las decoramos y las no sé qué para ... Entonces pues bueno, a veces cuando te encuentras con gente que te saca el tema tú dices “no, por favor, no me hagas pensar en esto que veo a mi hija y ya está, con eso me quedo”. Entonces creo que tampoco hemos hecho daño a nadie.