Arnau suma a este argumento que la falta de una prueba diagnóstica es lo que también dificulta la credibilidad del TDAH.
A: Sí. Un mito que hay es que dicen que no existe. Eso no lo puedo demostrar porque eso es cuestión de bueno de los investigadores, de los doctores ¿no?, que se pongan de acuerdo de una vez. Entonces dicen que no existe, salió un artículo que el descubridor del TDAH salió y confesó de que no existe, mira, yo sólo puedo decirte una cosa: yo tenía algo, que esas pastillas me ayudaron, y que ahora pues lo tengo menos o me ha ayudado a que no lo tuviera. Y hay este mito de decir, cuando lo cuento me dicen “eso no, no es verdad, eso tú no lo tienes, no lo tiene nadie”. Y yo digo bueno "yo creo que sí", ¿sabes? Ese mito de algo que claro no es demostrable porque no es como hacerte un análisis de sangre y que te salga "tienes el colesterol alto".
C: Porque …
A: Tienes el colesterol alto. ¿Cómo demuestras eso? Claro es el tema ya de la mente que es igual que el cogerte una baja por depresión. ¿Cómo demuestras una depresión? La puedo fingir, sí. Claro. Puedo fingir tener TDAH. Sí. Claro que al final puedes. Si te lees todos los de esto yo también puedo hacer ver que no me concentro, puedo explicarme mal adrede, mil cosas que bueno. Es eso, yo creo que es el mito de que no existe. De que es un fantasma. Y no ayuda demasiado a que todos los críos, si les cuestan un poco una asignatura les digan que ya tienen eso. Eso tampoco ayuda mucho.
C: Hay dos mitos pues.
A: Sí. Bueno que todo el mundo lo tiene cuando te cuesta algo y el que no existe.
C: Hay dos mitos.
A: No es …
C: Son las dos corrientes.
A: Sí. Y encima son súpercontradictorios, ¿no?
C: Son las dos corrientes.